miércoles, 15 de abril de 2020

La memoria prestada (Francisco Javier Olivas)




Tuve la suerte de descubrir por azar el arte de Francisco Javier Olivas en verano de 2018. Su opera prima, El tercer lobo, es una de esas obras imprescindibles que habría que conservar y llevar consigo a una isla remota, bien sea este un pedazo de tierra real o ficticio ―dado los tiempos que corren actualmente―. Desde entonces han transcurrido dos años y un relato (El armario positivo), y ahora llega su esperada segunda novela, La memoria prestada. Al igual que con su primer hijo, Francisco Javier Olivas trató de probar suerte con los concursos literarios antes de enviar el manuscrito a la editorial Egales, pionera en la publicación de literatura LGTBIQ.
 
El autor
La memoria prestada arranca en el año 2014, hace más de un lustro. Roderic, un joven pelirrojo de veinticuatro años, despierta en un hospital tras varios meses en coma. Un accidente de coche lo ha conducido allí; esa es la información que recibe, pero no recuerda nada, nada en absoluto. Su mente se halla vacía, incapaz de reconocer objetos y personas: sufre una amnesia devastadora. Muy pronto deberá hacer frente a dichas ausencias, reaprendiendo lo que ya sabía, como hablar, leer o escribir. Pese a las continuas visitas de sus padres, su mente es incapaz de reconocerlos, aunque sí que sabe que son los únicos que muestran preocupación por él, pues no ha recibido ninguna otra visita desde que fue ingresado. Cuando consiguen entablar conversación, Roderic trata de sonsacarles algunos aspectos de su pasado. No obstante, es incapaz de pronunciar “papá” y “mamá”, dos palabras que no puede asociar a unos completos desconocidos.
 
Con el transcurso del tiempo ―un total de catorce meses― la terapia surte efecto y Roderic está a punto de recibir el alta. No sabe qué le aguarda afuera; tiene miedo, pero está decidido a vivir y tratar de desentrañar quién es en realidad. Cualquier cosa mejor que permanecer en el hospital, aunque para ello haya de callar un pequeño secreto. Desoyendo a sus progenitores, opta por regresar a su apartamento, donde vivía solo. La rutina recomendada por los doctores le ayuda a recuperar lo que se podría denominar una vida, con la que se ha de conformar, aceptándola. Sin embargo, cuando comienza a sentirse a gusto consigo mismo, su pasado se hace presente, y es uno del que habría preferido no saber nada y hacia el que siente repulsión: Roderic comprueba que estuvo involucrado en una relación en la que hubo maltrato. Al no recordar nada, ¿podrá permitirse empezar de cero?
 
Relato El armario positivo
Sin duda, tras engendrar una obra tan redonda y personal como El tercer lobo, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿es posible que Francisco Javier Olivas nos vuelva a sorprender? En su relato El armario positivo el autor continúa por el buen camino de El tercer lobo, invitando a reflexionar sobre uno de los dramas del colectivo LGTBIQ: el temor a contraer el VIH, la discriminación de las personas que han resultado positivas y, por ende, su miedo, que las lleva a recluirse. Es literatura y activismo al mismo tiempo, un medio de sacar los colores a la sociedad, particularmente al colectivo, como en su opera prima. Esta fuerte denuncia parece diluirse en La memoria prestada; está presente, sí, pero en segundo plano, pues el suspense y la acción marcan casi toda la narración. Francisco Javier Olivas denuncia los efectos de la sociedad machista en las relaciones entre hombres, donde se reproducen ciertas atrocidades heteronormativas: la violencia machista. Pero ¿podemos emplear la expresión “violencia machista” en una relación gay? La clave la desvelará el propio autor por boca de Laura, una psicóloga. Esta valentía por enfrentar al lector con un hecho así es un acierto, uno de los puntos fuertes de esta novela.
 
El tercer lobo
También se ven ecos de El tercer lobo en la psicología (un reflejo de la formación del autor) o el toque fantástico presentes. Ramón, su diván y la hipnosis son sustituidos por las bellas fabulas escritas por una amiga de Roderic, coloridas y exóticas. Francisco Javier Olivas vuelve a darle un toque mágico a esta novela con el objetivo de que el lector se evada de la realidad: “esa es la mayor virtud de la fantasía, [...] género que a mí siempre me ha encantado”, reconocía el autor en una entrevista en el portal Dos Manzanas.
 
La dualidad bien-mal, también en el ser humano, reaparece con fuerza en su segunda novela, siendo el pilar fundamental sobre lo que se sostiene todo lo demás. Nadie es bueno o malo sin más, acarreamos una mochila de sufrimiento con la que se ha de vivir. En La memoria prestada el autor le da una vuelta de tuerca, planteada por la amnesia y sus consecuencias ―combinación de sus conocimientos de biología y psicología―: ¿es posible empezar de cero, existen las segundas oportunidades? ¿Estamos condicionados por lo vivido? ¿Podemos cambiar realmente? Todas estas luces y sombras las padece Roderic, el protagonista, en sus propias carnes. Esa dualidad del yo es un claro homenaje a El hombre duplicado de Saramago, al que alude el autor en la presente obra. Y a Roderic le pasa al final como al hombre duplicado, sus dos polos (pasado y presente) no pueden vivir por separado ni acabar de unirse del todo.

La memoria prestada
 Este concepto de doble persona aparece en la literatura fantástica de todos los tiempos, eclosionando a partir del Romanticismo. ¿Quién no ha oído hablar de Jekyll y Hyde (R. L. Stevenson) o Dorian Gray (Oscar Wilde)? No obstante, Francisco Javier Olivas le añade otro elemento, que si bien no he de adelantar para no estropear la trama, solo puedo decir que invita a la reflexión personal tras la lectura, desde un punto de vista más íntimo, incluso casi filosófico. 
 
Recuperando la pregunta inicial que os he lanzado, podemos afirmar que con La memoria prestada Francisco Javier Olivas acierta nuevamente, demostrando el gran potencial que tiene. Y es que una buena obra no solo es aquella que atrae, entretiene y que está bien contada, sino la que agita el alma humana durante la lectura y al cerrar sus páginas, como en este caso. Meditemos, pues, y actuemos en consecuencia, sin recaer en el sueño de la indiferencia. Sin duda, una buena forma de empezar sería haciendo nuestra una máxima que el autor nos regala en el posfacio: “Abramos los ojos, [y] aprendamos a querernos”.
 
Tapa blanda: 250 páginas
ISBN-13: 978-8417319908
Página web del autor: Francisco Javier Olivas
¿Dónde comprar?: En librerías

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