miércoles, 1 de julio de 2020

Ecos y tinta 2.0


¡¡El blog se ha mudado!! Hasta aquí llega la aventura en blogspot. Necesitaba un espacio más funcional, sencillo e integrado con el Internet de las cosas. Creo que vosotros, lectores, también notaréis la diferencia.

En el nuevo blog he rescatado todas las entradas de este y las he actualizado, de forma que sea sin más una continuación de este proyecto. No obstante, el viejo dominio seguirá activo, aunque sin novedades.

Para todos aquellos que estéis suscritos, os animo a que os suscribáis en la nueva página.

¡Nos leemos en Ecos y tinta 2.0!

miércoles, 27 de mayo de 2020

Tus palabras sin sentido (Antonio Heras)


Tus palabras sin sentido es la primera novela publicada de Antonio Heras, inicialmente comercializada bajo otro título, Mares pacíficos. El autor la alumbró a los veinte años, en una época en la que devoraba los grandes clásicos victorianos: Jane Austen, Henry James, las hermanas Brontë... Se podría decir, por tanto, que es una obra de juventud donde Antonio Heras rinde tributo a sus autores favoritos, si bien por ello no deja de ser una novela brillante y con un estilo muy personal.

El peso de la trama lo lleva desde el comienzo James Blacksmith, un magnate del mundo editorial que ha conseguido triunfar tras vivir una infancia carente de amor y repleta de dificultades de toda índole. Tiene una familia perfecta ―mujer y tres hijos― y vive en una elegante villa del barrio más selecto de Wells. Todo parece sonreírle, o ese cree él, porque un día, al recoger la correspondencia de su apartado postal, descubre una carta que no le pertenece. Tras deliberar consigo mismo acerca de si debe abrirla o devolverla a la oficina, opta por la primera opción, encontrando en su interior delicadas y sentidas palabras de amor dirigidas a un tal Víctor. Esa forma de amar, desconocida por él, hará que su mundo se tambalee. Cada vez visita con más frecuencia la oficina postal, anhelando hallar otra carta. Sin darse cuenta, se va enamorando lentamente del remitente, que firma solo con su inicial ―M.―, y su vida acomodada comienza a parecerle una mentira, una suerte de teatro de las vanidades. Su mujer, proveniente de una familia humilde como la suya, parece haber olvidado sus orígenes, y James no reconoce a la Marge con la que se casó, encontrándose al regresar a casa con una extraña a la que empieza a aborrecer. Pese a las dificultades que pueda conllevar guardar un secreto como aquel, James está decidido a continuar con ese amor platónico; nada lo detendrá, nadie impedirá que localice a la persona que escribe esas cartas, pues al fin vuelve a sentirse vivo.

Wells
Tus palabras sin sentido es una obra neovictoriana, entendiendo como tal un modelo que emula la esencia y la estética de la época victoriana, pero combinando ideas y principios del mundo moderno, resultando así novedosa. Los ecos de la literatura victoriana original son manifiestos: ubicación (Inglaterra), escenarios (suburbios de Londres, barrios adinerados de Wells y la campiña inglesa), la extensión de la pieza, el uso de la forma epistolar, el sentido del deber, la aceptación de la autoridad (empezando esta dentro de la unidad familiar), el desarrollo industrial, las clases sociales y sus aspiraciones, la preocupación por la decencia, la rectitud y la moral, entre otros.

La ambientación es exquisita, las descripciones son muy minuciosas y realistas y el lenguaje está perfectamente adecuado a la sociedad inglesa del momento. Y es que la novela bien podría haberse publicado a finales del XIX, pese a haberse escrito en los albores del siglo XXI. El tratamiento de los personajes está muy cuidado, absolutamente todos y cada uno de ellos sufren y evolucionan, alejándose así de algunas piezas victorianas, donde según qué personajes ―generalmente los villanos― eran planos.

El poder de las palabras juega un papel fundamental. Estas son las artífices del cambio, el motor de la historia ―concepto de literatura como arma―: esto se evidencia claramente en los tres bloques de la novela. Por su parte, la trama está perfectamente hilada y trabajada; el autor capta enseguida la atención del lector, convirtiendo Tus palabras sin sentido en un libro endiabladamente adictivo. Y al igual que en toda buena novela, el final queda abierto, dejando al lector el poder de construir su propio desenlace.

Antonio Heras
Antonio Heras pone especial énfasis en la decidida voluntad de los protagonistas por ser libres, por poder amarse. Y es que el tema central de la obra no es otro que el amor ―como generalmente sucede en los escritos de juventud―, y el autor lo expresa como un ideal del Romanticismo, un concepto que pervive en la novela gótica victoriana. Cuando la pasión despierta, es imposible acallarla, y eso conduce al dolor, al sufrimiento y a la rebeldía. Es, por tanto, un amor que mueve el mundo, sangrante y lacerante como el de Goethe (Las cuitas del joven Werther), o bien un amor eterno, que perdura más allá de la sepultura (Emily Brontë y sus Cumbres borrascosas). Pero para que dicho sentimiento triunfe, la pareja deberá enfrentarse a los férreos principios imperantes en la sociedad, rebelándose. Dicha rebeldía es palpable en la contraposición de los conceptos campo-ciudad, donde el campo equivaldría a la libertad de un mundo sin reglas, mientras que la ciudad representaría la sociedad rígida e intolerante.

Los autores victorianos que trataron de hacerlo con sus personajes en el siglo XIX vieron cómo sus originales eran mutilados, primeramente, por los editores ―nunca podremos conocer cómo era el manuscrito completo y sin censura de El retrato de Dorian Gray― y, después, tras su publicación, cómo la prensa tachaba sus obras de “impetuos[as], vulgar[es] y subversiva[s]”, caso de las sensation novel de Mary Elizabeth Braddon, que solo exponían lo mundano que podía llegar a ser el ser humano, revelando aspectos incómodos de la sociedad victoriana: bigamia, matrimonios secretos, viudas negras en busca de nuevas presas, herederas encerradas en sanatorios por su familias para administrar su herencia, etcétera. Para ello la autora solía crear arquetipos de heroínas femeninas que dominan al hombre, desafiando doblemente el statu quo reinante.

Tus palabras sin sentido
Y Antonio Heras, en ese sentido, hace algo similar con sus dos protagonistas, dando voz a hombres con otra forma de sentir ―he aquí el espíritu del siglo XXI, pues en aquel entonces el enfoque de esta obra habría sido prácticamente inviable―, y denunciando situaciones que no solo entonces eran vistas con malos ojos, pues también lo son ahora por desgracia. Sin duda, esto nos ha de hacer reflexionar.

Pueden pasar los años y los siglos, mejorar el bienestar y la tecnología, pero ¿en realidad ha cambiado tanto la sociedad? Pese a la oscuridad que nos revela la respuesta a esta cuestión, no hay que dejar de luchar por lo que uno siente. La felicidad, independientemente de todo, se halla en el ahora, no en un futuro, sociedad y lugar concretos. Al final todo depende de nosotros, de nuestras ganas de vivir en libertad.

Tapa blanda: 350 páginas
Editor: Autoeditado
ISBN-13: 978-1976952043
Página web del autor: Antonio Heras
¿Dónde comprar?: Lektu / Amazon

miércoles, 15 de abril de 2020

La memoria prestada (Francisco Javier Olivas)




Tuve la suerte de descubrir por azar el arte de Francisco Javier Olivas en verano de 2018. Su opera prima, El tercer lobo, es una de esas obras imprescindibles que habría que conservar y llevar consigo a una isla remota, bien sea este un pedazo de tierra real o ficticio ―dado los tiempos que corren actualmente―. Desde entonces han transcurrido dos años y un relato (El armario positivo), y ahora llega su esperada segunda novela, La memoria prestada. Al igual que con su primer hijo, Francisco Javier Olivas trató de probar suerte con los concursos literarios antes de enviar el manuscrito a la editorial Egales, pionera en la publicación de literatura LGTBIQ.
 
El autor
La memoria prestada arranca en el año 2014, hace más de un lustro. Roderic, un joven pelirrojo de veinticuatro años, despierta en un hospital tras varios meses en coma. Un accidente de coche lo ha conducido allí; esa es la información que recibe, pero no recuerda nada, nada en absoluto. Su mente se halla vacía, incapaz de reconocer objetos y personas: sufre una amnesia devastadora. Muy pronto deberá hacer frente a dichas ausencias, reaprendiendo lo que ya sabía, como hablar, leer o escribir. Pese a las continuas visitas de sus padres, su mente es incapaz de reconocerlos, aunque sí que sabe que son los únicos que muestran preocupación por él, pues no ha recibido ninguna otra visita desde que fue ingresado. Cuando consiguen entablar conversación, Roderic trata de sonsacarles algunos aspectos de su pasado. No obstante, es incapaz de pronunciar “papá” y “mamá”, dos palabras que no puede asociar a unos completos desconocidos.
 
Con el transcurso del tiempo ―un total de catorce meses― la terapia surte efecto y Roderic está a punto de recibir el alta. No sabe qué le aguarda afuera; tiene miedo, pero está decidido a vivir y tratar de desentrañar quién es en realidad. Cualquier cosa mejor que permanecer en el hospital, aunque para ello haya de callar un pequeño secreto. Desoyendo a sus progenitores, opta por regresar a su apartamento, donde vivía solo. La rutina recomendada por los doctores le ayuda a recuperar lo que se podría denominar una vida, con la que se ha de conformar, aceptándola. Sin embargo, cuando comienza a sentirse a gusto consigo mismo, su pasado se hace presente, y es uno del que habría preferido no saber nada y hacia el que siente repulsión: Roderic comprueba que estuvo involucrado en una relación en la que hubo maltrato. Al no recordar nada, ¿podrá permitirse empezar de cero?
 
Relato El armario positivo
Sin duda, tras engendrar una obra tan redonda y personal como El tercer lobo, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿es posible que Francisco Javier Olivas nos vuelva a sorprender? En su relato El armario positivo el autor continúa por el buen camino de El tercer lobo, invitando a reflexionar sobre uno de los dramas del colectivo LGTBIQ: el temor a contraer el VIH, la discriminación de las personas que han resultado positivas y, por ende, su miedo, que las lleva a recluirse. Es literatura y activismo al mismo tiempo, un medio de sacar los colores a la sociedad, particularmente al colectivo, como en su opera prima. Esta fuerte denuncia parece diluirse en La memoria prestada; está presente, sí, pero en segundo plano, pues el suspense y la acción marcan casi toda la narración. Francisco Javier Olivas denuncia los efectos de la sociedad machista en las relaciones entre hombres, donde se reproducen ciertas atrocidades heteronormativas: la violencia machista. Pero ¿podemos emplear la expresión “violencia machista” en una relación gay? La clave la desvelará el propio autor por boca de Laura, una psicóloga. Esta valentía por enfrentar al lector con un hecho así es un acierto, uno de los puntos fuertes de esta novela.
 
El tercer lobo
También se ven ecos de El tercer lobo en la psicología (un reflejo de la formación del autor) o el toque fantástico presentes. Ramón, su diván y la hipnosis son sustituidos por las bellas fabulas escritas por una amiga de Roderic, coloridas y exóticas. Francisco Javier Olivas vuelve a darle un toque mágico a esta novela con el objetivo de que el lector se evada de la realidad: “esa es la mayor virtud de la fantasía, [...] género que a mí siempre me ha encantado”, reconocía el autor en una entrevista en el portal Dos Manzanas.
 
La dualidad bien-mal, también en el ser humano, reaparece con fuerza en su segunda novela, siendo el pilar fundamental sobre lo que se sostiene todo lo demás. Nadie es bueno o malo sin más, acarreamos una mochila de sufrimiento con la que se ha de vivir. En La memoria prestada el autor le da una vuelta de tuerca, planteada por la amnesia y sus consecuencias ―combinación de sus conocimientos de biología y psicología―: ¿es posible empezar de cero, existen las segundas oportunidades? ¿Estamos condicionados por lo vivido? ¿Podemos cambiar realmente? Todas estas luces y sombras las padece Roderic, el protagonista, en sus propias carnes. Esa dualidad del yo es un claro homenaje a El hombre duplicado de Saramago, al que alude el autor en la presente obra. Y a Roderic le pasa al final como al hombre duplicado, sus dos polos (pasado y presente) no pueden vivir por separado ni acabar de unirse del todo.

La memoria prestada
 Este concepto de doble persona aparece en la literatura fantástica de todos los tiempos, eclosionando a partir del Romanticismo. ¿Quién no ha oído hablar de Jekyll y Hyde (R. L. Stevenson) o Dorian Gray (Oscar Wilde)? No obstante, Francisco Javier Olivas le añade otro elemento, que si bien no he de adelantar para no estropear la trama, solo puedo decir que invita a la reflexión personal tras la lectura, desde un punto de vista más íntimo, incluso casi filosófico. 
 
Recuperando la pregunta inicial que os he lanzado, podemos afirmar que con La memoria prestada Francisco Javier Olivas acierta nuevamente, demostrando el gran potencial que tiene. Y es que una buena obra no solo es aquella que atrae, entretiene y que está bien contada, sino la que agita el alma humana durante la lectura y al cerrar sus páginas, como en este caso. Meditemos, pues, y actuemos en consecuencia, sin recaer en el sueño de la indiferencia. Sin duda, una buena forma de empezar sería haciendo nuestra una máxima que el autor nos regala en el posfacio: “Abramos los ojos, [y] aprendamos a querernos”.
 
Tapa blanda: 250 páginas
ISBN-13: 978-8417319908
Página web del autor: Francisco Javier Olivas
¿Dónde comprar?: En librerías

lunes, 16 de diciembre de 2019

El viejo y el manantial (Gueorgui Gulia)




En la región montañosa de Abjasia, el viejo Tandel pasa los días fumando su pipa en el lago que se forma con las aguas de un manantial. Para él, esas aguas son sinónimo de belleza, bienestar, paz y sabiduría. Un día llegan a esa bucólica localización el maestro de ciencias Konstantín y el ingeniero agrónomo Guiarg; estos saludan a Tandel y entablan conversación. En un primer momento, los jóvenes achacan lo que dice Tandel a su senectud. Sin embargo, poco a poco, el anciano ―sin más estudios que su experiencia vital― les muestra una verdad irrefutable. Sin embargo, los jóvenes restan importancia al asunto: ellos no llegarán a verlo.

En El viejo y el manantial Gueorgui Gulia nos muestra su querida Abjasia natal, tal y como la recordara en su juventud. Para él no hay un sitio mejor ―alusión a que es imposible encontrar aguas más puras y bellas que las de ese manantial―. El autor construye una historia deliciosa con elementos sencillos y enseguida traspasa el papel y cautiva al lector: la “verdad” o esencia radica en la fluidez, la armonía de la naturaleza y los sentimientos (profundidad de los personajes). Gueorgui Gulia crea a Tandel como una extensión del mundo natural, un ser que siente su entorno, viviéndolo y sufriéndolo. El personaje quizás recuerde a un indio de Norteamérica: tanto por su sabiduría como por su paz interior. Tandel trata de proporcionar dicha sabiduría a los dos hombres jóvenes ―de menos de treinta años― que se le acercan. Estos representan al mundo moderno, más preocupados por el progreso, fruto de los avances científicos. Cuando Tandel les lanza la seria advertencia que es desoída, en realidad está interpelando al lector. ¿Quedará la triste realidad futura olvidada? Por desgracia, me temo que así está siendo. Hasta que el ser humano no sea capaz de ver, atender y amar la Tierra y sus seres vivos, el mundo tal y como lo conocemos está abocado a desaparecer.

Este relato fue publicado originalmente en el número de abril de 1983 de la revista Literatura Soviética. Desde aquí animamos a alguna editorial a que recupere sus obras, pues es una pena que no haya ningún libro suyo publicado en castellano.


Extensión: 8 páginas
Editor: revista Literatura Soviética 
ISSN-0202-1897
¿Dónde leerlo?: Uploaded


jueves, 7 de noviembre de 2019

Ronroneos (Óscar Hernández-Campano)






Era ya de noche cerrada cuando me aventuré a entrar ―como hago de cuando en cuando― en esta pequeña e histórica librería de segunda mano. El olor de Hermanos Vidal es muy característico, y uno no tarda en sentirse a gusto allí, entre volúmenes que aguardan otra oportunidad, entre palabras escritas a la espera de hallar un nuevo lector al que poder cautivar con sus secretos. Aquel día salí aparentemente sin nada; ninguno de los ejemplares del interior había conseguido captar mi atención. Conforme me ajustaba bien el abrigo y la bufanda ―el cierzo arreciaba por momentos―, mi mirada se detuvo en una pequeña caja a la izquierda de la entrada. Y allí estaba El viaje de Marcos, entre una montaña de libros. Así, por el capricho del destino, fui como descubrí el arte de Óscar Hernández-Campano, un autor que desde ese instante se convirtió en imprescindible. No tardaría en devorar aquella novela, donde un hombre ya adulto, Marcos, regresa a Molinosviejos, el pueblo en el que veraneaba durante la infancia y adolescencia, un lugar en el que quedó trágicamente interrumpida su vida. Y antes de finalizar la trama, estaba de vuelta en la librería, pues recordaba haber visto otra obra suya, aunque, en realidad, esa es otra historia...

Quizás sorprenda a alguno esta pequeña entradilla, más propia del inicio de un relato o de una novela, pero este autor en particular, sin duda, bien se la merece, pues para mí marcó un antes y un después. Han transcurrido unos años desde mi primera toma de contacto con Óscar Hernández-Campano, habiendo podido disfrutar entretanto de otras dos novelas y de su primera antología de cuentos. El 2019 ha supuesto el regreso del prolífico autor, que se había hecho de rogar tras la publicación de El guardián de los secretos: la participación en la antología Vagos y maleantes, una novela de aventuras juvenil, El secreto del elixir mágico, y una segunda antología de relatos en clave gatuna, Ronroneos, obra en la que se centra la presente reseña.

A diferencia de su primera colección de cuentos, en Ronroneos todos los relatos tienen por protagonistas a estos simpáticos felinos que todos conocemos. El embrión para esta idea aparecería en un relato previo, “Ya no tengo miedo”. Óscar Hernández-Campano saca su lado más íntimo y también más sencillo, entrando en la psique de estos pequeños animales a los que adora, a través de los cuales nos invita a reflexionar a través de las fábulas, las dobles lecturas, los juegos de palabras o la sátira. Los temas que trata el autor no solo están relacionados con los animales y su bienestar (maltrato, abandono, vida entre rejas, castración, dependencia, etc.), sino también con nuestra propia percepción del tiempo y del espacio.

Nosotros, los seres humanos, nos empeñamos en dominar y controlar el dichoso tiempo ―algo que ya denunció Michael Ende en Momo―, pero ¿no seríamos más felices en un mundo más simple, quizás caminando sobre cuatro patas? Eso es lo que opina la protagonista de “Reina”. El devenir infinito de los días desdibuja ese espíritu que todos teníamos en un origen, esa capacidad de ilusión primigenia. Asimismo, continuando esa línea existencialista, se nos presenta otra interesante pregunta en “Gato encerrado”: ¿somos acaso como los hámsteres y los gatos, condenados a vivir “encerrados”? Al fin y al cabo, todos acabamos viviendo en una suerte de rejas ―bien sean de metal o de ladrillo―, que solo se diferencian por su tamaño.

¿"La concejala matagatos"?
Como buen humanista, Óscar Hernández-Campano no se olvida tampoco del mundo que lo rodea, denunciando distintas realidades, la primera de ellas, la indecente clase política. El primer revés a este estamento está presente en un relato experimental ―“El gato Cooper”―, en el que el autor busca ponerse una nueva meta y demostrar su maestría en el uso del lenguaje elaborando una descripción ininterrumpida. Este recurso recuerda a capítulos de grandes obras como El paraíso de las damas (Émile Zola) o El retrato de Dorian Gray (Oscar Wilde). Mientras que Zola opta por describir las telas de un comercio, Wilde presenta minuciosamente el interior de un estudio. Y no solo arremete en este relato, sino también en “La concejala matagatos”, donde veremos a una política ávida de poder que recuerda a una Cruella de Vil gatuna. Para estas críticas emplea la sátira, exagerando las perversiones de la sociedad actual, un concepto que podemos encontrar en otros autores contemporáneos, caso de Carmelo Romero y El diputado Pardo Bigot.

Óscar Hernández-Campano también encuentra un hueco para el compromiso social con el colectivo LGTIBQ (“La gata que coleccionaba calzoncillos”), un elemento común en todas y cada una de sus publicaciones. En esta antología, el autor denuncia la situación que sufren los mayores del colectivo: la soledad. ¿Qué hacer ante una vida de sexo desenfrenado que no es sino una búsqueda constante del amor y del cariño, dos sentimientos que suelen apagarse tras culminar el acto? El autor revela así la necesidad humana de vivir en compañía (“el hombre es un ser social por naturaleza”) y plantea la tragedia de morir solo, de pura tristeza. Todo ello invita a la reflexión: el deseo vehemente de los cuerpos hercúleos, las necesidades físicas imperiosas..., todo ello se transforma en un círculo vicioso, en una espiral que conduce a un final triste y doloroso: saber que no eres querido por un igual.

Por último, la Historia juega un papel muy relevante en esta antología, y el autor pone un especial énfasis en ello. En ese sentido se podrían relacionar dos de los siete relatos: “El increíble periplo del gato León” y “Raza universal”. No importa el salto temporal entre ambas historias, el mensaje es el mismo: ¿está condenado el ser humano a repetir irremediablemente los errores de la Historia? ¿Por qué es imposible cambiar? La clave viene marcada en la frase que pronuncia la astronauta Laura Gibbons al pisar suelo marciano: “la humanidad es, desde ahora, una raza universal”. Pero nunca podremos ser realmente una raza universal “si no somos capaces de empatizar con los seres [incluyendo nuestros semejantes] con los que nos encontremos en el camino de nuestro imparable progreso”. Hemos de convivir en armonía con el medio en que vivimos, pues no nos pertenece, sino que formamos parte de él. Puede que en cierta manera tengamos que volver a nuestro punto de partida “animal”, siendo curiosos y juguetones como los gatos, pero sin convertirnos en las “bestias” incapaces de vivir en sociedad, tal y como aseguraba Aristóteles.

No cabe duda de que este proyecto ha sido todo un reto para Óscar Hernández-Campano, quien consigue brillar en muchas de las historias, aunque puede que para sus seguidores más acérrimos se quede corto en otras. No obstante, el conjunto resulta muy estimulante, pues conforme transcurren los días ―incluso semanas― tras haber finalizado Ronroneos, muchos de sus mensajes continúan presentes, y pocas son las obras que lo consiguen.

Como bien habéis podido comprobar, esta no es una antología al uso. Conformada por siete relatos ―como las siete vidas de los gatos―, plantea importantes interrogantes, desdibujando en muchas ocasiones al hombre, cuyas formas son más propias del comportamiento gatuno, mientras que los pequeños felinos demuestran que pueden ser más humanos que nosotros mismos. Y el autor lo hace patente con un estilo sencillo, disfrazando todo de fábula, pero consiguiendo emocionar, incluso aunque ya se intuya el desenlace. Sencillez y minimalismo podrían ser las máximas de Ronroneos; el resultado, emoción pura. 

Tapa blanda: 175 páginas
Editor: Flores Raras
ISBN-13: 978-8412045901
Página web del autor: Óscar Hernández-Campano
¿Dónde comprar?: En librerías

Ecos y tinta 2.0

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