Hoy matamos a Poesía es la opera prima de Hedoné. Y como buen artista busca un primer impacto con algo tan sencillo como la elección del título de su poemario y su seudónimo. ¿Una simple provocación? Puede. ¿Un nuevo movimiento artístico? Podría ser. Sin duda el planteamiento inicial es todo un acierto, quedando todas estas dudas en manos del lector, quien deberá ―o no― extraer sus propias conclusiones.
A través de un lenguaje rico, vibrante, oscuro, pero
también mordaz a la par que elegante, Hedoné nos muestra su visión particular
acerca de la poesía —una poesía de contrastes en mi opinión― y de los temas que
ha de abordar. Para ello estructura el poemario en dos libros, subdivididos
estos en diversas unidades casi monotemáticas, terminando cada una de ellas con
las exquisitas ilustraciones realizadas por la artista Alba Navarro Francés (Kalisdice).
Hoy
matamos a Poesía arranca señalando la pérdida de los valores de los poetas
de antaño, muertos, y critica el mundo actual, donde solo se premia el
triunfo, no el arte en sí.
Ya no los canta nadie,
ya nadie sabe dónde están.
Están muertos.
(“Recuerdo”)
Ilustración del poemario (Kalisdice) |
Dicen que los poetas no sienten.
Que tan solo escriben palabras vanas.
Honesto sea quien lo diga.
(“Sobre
los poetas”)
No obstante, la verdadera Poesía no se olvida de sus
amantes:
Se baña descalza,
se hace esperar,
regando, con pétalos de rosa
sus manos cansadas.
(“De
tan negra llueva la luz”)
La vida es oscura e implica muerte. Es en ese contraste
donde el poeta ha de hallar la fuente de inspiración: el ser humano solo tiene
vida para ser vivida y amor. Sin poesía no hay amor, ambas pasiones son
complementarias. Y el amor lo puede todo, sobrevive incluso a la muerte. La
vida en sí también es amor, y debemos disfrutar todas nuestras primaveras,
subir al tren cuando surja la oportunidad y dejarnos embriagar:
Que suban pues,
con sus bohemios amores,
los bohemios enamorados.
(“Se
vayan”)
Ilustración del poemario (Kalisdice) |
que en toda nuestra eclesiástica
elegancia,
somos,
y como tal,
seremos,
nada más que monstruos.
(“Viaje
en barco”)
No es de extrañar que la mítica locución de Plauto ―“el
hombre es un lobo para el hombre” (Asinaria)―
siga siendo vigente en la actualidad, y Hedoné la plasma en la figura de los
tiranos, aquellos que lo acumulan todo y juegan con las vidas de los demás. Es
necesario pues un cambio, tanto en la sociedad como en la vida personal, y este
ha de ser rápido, pues “la putrefacción se extiende”. Un hedor que queda en
cierto modo relacionado con el dinero, la avaricia, la falsedad y las
apariencias. En realidad no vivimos, sino que malvivimos; nos encontramos con
el monstruo que llevamos dentro, ese que todavía cree “que otro mundo es
posible”. Es hora de recordar el qué vendrá para dejar la práctica de lo
efímero:
Quizás haga falta una guillotina
para darnos cuenta de lo que
vale el tiempo.
(“Bauman
[síntesis mediocre]”)
Ilustración del poemario (Kalisdice) |
El progreso aparcado a las puertas
del infierno.
El significado queda bien claro, al igual que el poder
del “águila” que gobierna con mano de hierro “cada uno de los suspiros de las buenas
personas”:
El cielo se volvió negro,
carbonizado por las lágrimas
de los que se quedaron solos.
Y el final es sobrecogedor:
“Prefiero morir libre”.
“Prefiero
morir
libre”.
Posteriormente, en “Hoy ha muerto una rosa”, lanza una
pregunta al lector, una que no ha de morir sin respuesta: ¿serán algún día
juzgados los culpables? Y en “Al caer el alba” vuelve a invocar a la historia,
al recuerdo y a la memoria de los muertos bajo el yugo de fascismo, de aquellos
que no deben ser olvidados:
Que su historia no se pierda
entre los siglos
de los siglos.
Este bloque temático sobre la historia y la sociedad se
cierra con “Cronología de la injusticia”, broche de oro, donde el poeta se acerca
al existencialismo más extremo, casi llegando al nihilismo.
Ayer fui lo que pude ser.
Todo lo que podría haber sido.
[...]
Soy nada.
Demasiada nada.
[...]
Mañana no seré, y si soy
seré tierra,
sólo
por
seguir
siendo.
Nada somos y nada seremos. Olvidamos todo, incluso a
nuestros iguales muertos en las guerras. Yacemos en la oscuridad más absoluta
mientras que los muertos nos ruegan que recordemos, porque quieren seguir
siendo aunque solo sean tierra. La vida se va, “Taconeando”, y hemos de ser
conscientes; la muerte es inevitable. Solo si no olvidamos, la justicia
llegará.
Ilustración del poemario (Kalisdice) |
[...]
para prepararnos para morir,
para disolvernos en el tiempo
y tan sólo ser recordados por las lápidas
que en la quietud más siniestra
nos adornarán,
duras,
como nuestro amor,
[...]
(“Surgió”)
Pero también tiene miedo a la traición, al amor
desaprovechado e inútil que le roba tiempo a la vida.
Sepa el que lea
que la noche sacó de las nubes su puñal,
para cortar ramas y manchar el cielo.
[...]
Porque el único tren fue mi sangre,
y para ti todos los viajes fueron sin pagar.
(“En ti
perdí demasiadas venas”)
Además, el poeta nos describe el amor que siente hacia la
poesía. No teme a la muerte, porque su espíritu descansa ya en ella, en sus
versos. No obstante, pese a dicha pasión, preferiría que el destino destruyese
toda su creación con tal de poder enamorarse y sentir. Lo peor que nos puede
pasar es morir en vida, sin haber vivido. Lo mejor, amar (“el cuerdo arte de
estar loco por amor”) antes de que llegue el fin.
[...]
espero a que la eternidad
se esfume y se fume
cada una de mis musas.
Y que se dé cuenta
de una vez,
de que llevo
demasiado
tiempo
sin enamorarme.
(“Demasiado
tiempo”)
El autor |
Soy las teclas brunas de un piano
que ya no suena
(“No
retorno”)
Vemos almas atormentadas por la vida, intentando
esquivarla con maestría, pero todo llega a su fin.
A porta gayola el único toro que vi venir
fue mi propia vida.
Y su embestida fue tan real
como uno mismo.
(“A
porta gayola”)
Solo a través del dolor de la vida se sabe uno vivo; hay
que padecer. Y la muerte y las enfermedades forman asimismo parte de dicho
dolor, siendo fuente de inspiración. Hay que amar a la vida como contraposición
a la muerte. Solo si entendemos la no-vida, podremos comprender lo que tenemos.
Este concepto ―poesía de contrastes y opuestos― es fundamental para desentrañar
el misterio o la intención que se esconde detrás del título del poemario: Hoy matamos a Poesía porque
exclusivamente valorando su muerte, su no existencia, podemos llegar a amarla.
Con esta primera publicación, Hedoné demuestra un gran talento y un tremendo potencial. Sin
embargo, pese al amor que profesa a la poesía y a sus admirados poetas, da la
impresión de que Hedoné siente que destroza o mancilla lo que ellos han
construido, cuando, en realidad, lo que hace es buscar su propio camino, al
igual que los grandes hicieron antes que él. Parafraseando uno de los poemas
más bellos que hay en Hoy matamos a
Poesía, “Sensei”, yo, personalmente, lo invito a tomar su testigo y seguir
creciendo como artista:
[Su] responsabilidad termina
cuando empieza la [tuya].
Tapa blanda: 108 páginas
ISBN-13: 978-84-09-01278-7
Página web del autor: Hedoné
¿Dónde comprar?: Hedoné
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