martes, 6 de noviembre de 2018

Hoy matamos a Poesía (Hedoné)


Hoy matamos a Poesía es la opera prima de Hedoné. Y como buen artista busca un primer impacto con algo tan sencillo como la elección del título de su poemario y su seudónimo. ¿Una simple provocación? Puede. ¿Un nuevo movimiento artístico? Podría ser. Sin duda el planteamiento inicial es todo un acierto, quedando todas estas dudas en manos del lector, quien deberá ―o no― extraer sus propias conclusiones. 

A través de un lenguaje rico, vibrante, oscuro, pero también mordaz a la par que elegante, Hedoné nos muestra su visión particular acerca de la poesía —una poesía de contrastes en mi opinión― y de los temas que ha de abordar. Para ello estructura el poemario en dos libros, subdivididos estos en diversas unidades casi monotemáticas, terminando cada una de ellas con las exquisitas ilustraciones realizadas por la artista Alba Navarro Francés (Kalisdice).

Hoy matamos a Poesía arranca señalando la pérdida de los valores de los poetas de antaño, muertos, y critica el mundo actual, donde solo se premia el triunfo, no el arte en sí.
Ya no los canta nadie,
ya nadie sabe dónde están.
Están muertos.
(“Recuerdo”)
Ilustración del poemario (Kalisdice)
Reprocha a los poetas que quieran ser alguien antes de la muerte: es el terror absurdo de sentir la necesidad de alcanzar la gloria. La poesía es olvidada, mengua, no es amada como se merece y yace agonizante. El remedio contra la poesía de mensajes vacíos: “soñar”, un grito de guerra que nos anima a despertar, porque sin sueños no hay vida. Hedoné afirma que el artista ha de explorar, sentir y seguir su propia estrella, sin buscar halagos.
Dicen que los poetas no sienten.
Que tan solo escriben palabras vanas.
Honesto sea quien lo diga.
(“Sobre los poetas”)
No obstante, la verdadera Poesía no se olvida de sus amantes:
Se baña descalza,
se hace esperar,
regando, con pétalos de rosa
sus manos cansadas.
(“De tan negra llueva la luz”)
La vida es oscura e implica muerte. Es en ese contraste donde el poeta ha de hallar la fuente de inspiración: el ser humano solo tiene vida para ser vivida y amor. Sin poesía no hay amor, ambas pasiones son complementarias. Y el amor lo puede todo, sobrevive incluso a la muerte. La vida en sí también es amor, y debemos disfrutar todas nuestras primaveras, subir al tren cuando surja la oportunidad y dejarnos embriagar:
Que suban pues,
con sus bohemios amores,
los bohemios enamorados.
(“Se vayan”)

Ilustración del poemario (Kalisdice)
Como no podía ser de otra manera, la historia y la sociedad en la que vivimos se convierten en un eje temático fundamental de este poemario, demostrando el compromiso social de su creador, que no olvida a los grandes poetas, muchos de ellos muertos por defender sus ideales. Hedoné cree que el ser humano está condenado a repetir los errores de la historia, y que esta es “un himno creído muerto”, olvidado, y que, de ese modo, las lecciones que nos ofrece nunca podrán ser aprendidas. Quizá la clave de esta condena radique en nuestra propia naturaleza:
que en toda nuestra eclesiástica
elegancia,
somos,
y como tal,
seremos,
nada más que monstruos.
(“Viaje en barco”)
No es de extrañar que la mítica locución de Plauto ―“el hombre es un lobo para el hombre” (Asinaria)― siga siendo vigente en la actualidad, y Hedoné la plasma en la figura de los tiranos, aquellos que lo acumulan todo y juegan con las vidas de los demás. Es necesario pues un cambio, tanto en la sociedad como en la vida personal, y este ha de ser rápido, pues “la putrefacción se extiende”. Un hedor que queda en cierto modo relacionado con el dinero, la avaricia, la falsedad y las apariencias. En realidad no vivimos, sino que malvivimos; nos encontramos con el monstruo que llevamos dentro, ese que todavía cree “que otro mundo es posible”. Es hora de recordar el qué vendrá para dejar la práctica de lo efímero:
Quizás haga falta una guillotina
para darnos cuenta de lo que
vale el tiempo.
(“Bauman [síntesis mediocre]”)
Ilustración del poemario (Kalisdice)
Pero los males causados por el propio ser humano no son solo presentes, y, por ello, Hedoné nos propone “inaugurar el pasado”, y uno bien reciente: la Guerra Civil. Los poemas que versan sobre este conflicto aún sangrante en pleno siglo XXI son los más sobresalientes del poemario. En “Los campos”, nada más comenzar, quedan reflejados los dos bandos de este conflicto:
 El progreso aparcado a las puertas
del infierno.
El significado queda bien claro, al igual que el poder del “águila” que gobierna con mano de hierro “cada uno de los suspiros de las buenas personas”:
El cielo se volvió negro,
carbonizado por las lágrimas
de los que se quedaron solos.
Y el final es sobrecogedor:
“Prefiero morir libre”.
“Prefiero
morir
libre”.
Posteriormente, en “Hoy ha muerto una rosa”, lanza una pregunta al lector, una que no ha de morir sin respuesta: ¿serán algún día juzgados los culpables? Y en “Al caer el alba” vuelve a invocar a la historia, al recuerdo y a la memoria de los muertos bajo el yugo de fascismo, de aquellos que no deben ser olvidados:
Que su historia no se pierda
entre los siglos
de los siglos.
Este bloque temático sobre la historia y la sociedad se cierra con “Cronología de la injusticia”, broche de oro, donde el poeta se acerca al existencialismo más extremo, casi llegando al nihilismo.
Ayer fui lo que pude ser.
Todo lo que podría haber sido.
[...]
Soy nada.
Demasiada nada.
[...]
Mañana no seré, y si soy
seré tierra,
sólo
por
seguir
siendo.
Nada somos y nada seremos. Olvidamos todo, incluso a nuestros iguales muertos en las guerras. Yacemos en la oscuridad más absoluta mientras que los muertos nos ruegan que recordemos, porque quieren seguir siendo aunque solo sean tierra. La vida se va, “Taconeando”, y hemos de ser conscientes; la muerte es inevitable. Solo si no olvidamos, la justicia llegará.

Ilustración del poemario (Kalisdice)
A su vez, el amor, tema indispensable y fuente recurrente de inspiración de todos los artistas, también está presente en Hoy matamos a Poesía. Y para Hedoné el amor es dolor, el amor es sufrimiento, el amor es duda; quien de veras ama lo padece por dentro. El amor y sus heridas son sombras, y es difícil tratar con ellas. No obstante, solo en el sufrimiento y en la determinación se encuentra el verdadero camino. La capacidad de amar que vemos en los poemas está siempre enlazada con la melancolía, la angustia y el miedo al rechazo, características que enseguida el lector relacionará con el Romanticismo. Hedoné tiene sed de amor, quiere amar profundamente y hasta la sepultura, pese a no sentirse correspondido, aunque tenga que vivirlo en solitario, secretamente, y morir al final sin haber podido expresarlo, con el recuerdo borroso de la juventud, pero el sentimiento intacto.
[...]
para prepararnos para morir,
para disolvernos en el tiempo
y tan sólo ser recordados por las lápidas
que en la quietud más siniestra
nos adornarán,
duras,
como nuestro amor,
[...]
(“Surgió”)
Pero también tiene miedo a la traición, al amor desaprovechado e inútil que le roba tiempo a la vida.
Sepa el que lea
que la noche sacó de las nubes su puñal,
para cortar ramas y manchar el cielo.
[...]
Porque el único tren fue mi sangre,
y para ti todos los viajes fueron sin pagar.
(“En ti perdí demasiadas venas”)
Además, el poeta nos describe el amor que siente hacia la poesía. No teme a la muerte, porque su espíritu descansa ya en ella, en sus versos. No obstante, pese a dicha pasión, preferiría que el destino destruyese toda su creación con tal de poder enamorarse y sentir. Lo peor que nos puede pasar es morir en vida, sin haber vivido. Lo mejor, amar (“el cuerdo arte de estar loco por amor”) antes de que llegue el fin.
[...]
espero a que la eternidad
se esfume y se fume
cada una de mis musas.

Y que se dé cuenta
de una vez,
de que llevo
demasiado
tiempo
sin enamorarme.
(“Demasiado tiempo”)

El autor
El poemario lo cierra homenajeando a los grandes maestros de la poesía, y está escrito en clave personal ―es posible reconstruir su autorretrato con las finas pinceladas que deja aquí y allí―. Sin duda los poemas contenidos dentro del apartado “Etopeya” son los más complejos, enigmáticos y profundos del poemario. La oscuridad se adueña por completo de las páginas y los versos, impregnándolo todo.
Soy las teclas brunas de un piano
que ya no suena
(“No retorno”)
Vemos almas atormentadas por la vida, intentando esquivarla con maestría, pero todo llega a su fin.
A porta gayola el único toro que vi venir
fue mi propia vida.
Y su embestida fue tan real
como uno mismo.
(“A porta gayola”)
Solo a través del dolor de la vida se sabe uno vivo; hay que padecer. Y la muerte y las enfermedades forman asimismo parte de dicho dolor, siendo fuente de inspiración. Hay que amar a la vida como contraposición a la muerte. Solo si entendemos la no-vida, podremos comprender lo que tenemos. Este concepto ―poesía de contrastes y opuestos― es fundamental para desentrañar el misterio o la intención que se esconde detrás del título del poemario: Hoy matamos a Poesía porque exclusivamente valorando su muerte, su no existencia, podemos llegar a amarla.

Con esta primera publicación, Hedoné demuestra un gran talento y un tremendo potencial. Sin embargo, pese al amor que profesa a la poesía y a sus admirados poetas, da la impresión de que Hedoné siente que destroza o mancilla lo que ellos han construido, cuando, en realidad, lo que hace es buscar su propio camino, al igual que los grandes hicieron antes que él. Parafraseando uno de los poemas más bellos que hay en Hoy matamos a Poesía, “Sensei”, yo, personalmente, lo invito a tomar su testigo y seguir creciendo como artista:
[Su] responsabilidad termina
cuando empieza la [tuya].
Tapa blanda: 108 páginas
ISBN-13: 978-84-09-01278-7
Página web del autor: Hedoné
¿Dónde comprar?: Hedoné

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